Esta novela consta de un prólogo y siete capítulos. Puedes encontrarlos en este mismo blog.
CAPITULO V: Conociendo su Casa
Al día siguiente, sábado, cerca de las 6 de la tarde, Erasmo estaba en la ventana del segundo piso de su casa, adivinen pensando en quién. Miraba los carros pasar y en eso, vio a lo lejos el bus de la línea 61, que no pasaba por su casa sino que volteaba una cuadra antes. El sabía que ese bus llegaba hasta cerca de la casa de Isaura, y Erasmo pensó en qué bonito sería ir a verla, como si fuera algo prohibido. Pero pensándolo mejor, se puso a buscar razones por las que no podía ir, y no encontró ninguna valedera. Inmediatamente se alistó y ya lo vemos, muy emocionado y caminando rápido hasta el paradero, para no perderse el siguiente bus.
Bus de la línea 61, en Lima, a fines de los 70’s
Llegó a la casa de Isaura ya de noche y tocó el timbre. Fue precisamente Isaura quien le abrió la puerta y lo saludó con una amplia sonrisa, diciéndole: “viniste”. Ahora sí lo hizo pasar, lo sentó en la sala y fue a la cocina a traerle un platito con arroz con leche, un dulce muy rico, que se come mucho en el Perú; ella también se sirvió uno. A continuación puso música, comenzando con un canción de Rita Pavone llamada “Amigos no” (también se puede escuchar en youtube). Y se pusieron a conversar de lo más contentos. Terminó la canción, y como no podía ser de otro modo, ahora puso el disco que Erasmo le había Regalado, el de Roberto Carlos. Y siguieron con su animada charla; para ellos no había pasado ni futuro, sólo el presente y lo estaban disfrutando. Estaban solos porque su mamá y su hermana estaban en el segundo piso y no bajaron. El único ser presente, aparte de ellos, era Laika, la perra pastor alemán de Isaura, que había recibido a Erasmo ladrando a más no poder.
Long play, con la canción “Amigos No”, de Rita Pavone
Todo era sonrisas, Erasmo se sentía a sus anchas e Isaura también. Erasmo comentó que no comprendía a su hermano menor, porque le parecía que nada le gustaba. Cómo puede ser eso, le dijo, “si todo es tan bonito”. Isaura asentía, convencida de la veracidad de lo que Erasmo decía. Terminaron su arroz con leche, escucharon algunas canciones más y llegó la hora de la despedida. Ya en la puerta Isaura le dijo que ya era tarde y que era de noche. Erasmo le contestó que no le importaba la hora y que tampoco le importaba si en el camino podría encontrarse con perros que podrían morderlo (como en efecto, así sucedió), siempre y cuando pudiera llegar a su casa a visitarla. Y se despidieron.
El rico arroz con leche con pasas
El miércoles de la semana siguiente, Erasmo, saliendo de la universidad, estaba esperando el bus para ir a su casa, cuando en eso, adivinen qué sucedió. Increíblemente, Isaura también estaba saliendo de la universidad, acompañada de su hermana mayor, que también estudiaba allí. Se saludaron muy contentos e Isaura le presentó a su hermana Martha. Entonces caminaron una cuadra para tomar un bus, la línea 23, que era una línea nueva, con buses nuevos y más cómodos.
En el camino Isaura le enseñó una foto suya que un compañero de trabajo le había tomado el día anterior. Este compañero de trabajo era un señor, ya un poco mayor que, como descubriría Erasmo después, estaba muy enamorado de Isaura pero siempre la trataba con mucho respeto. El día anterior en la mañana, había esperado a Isaura ahí donde se bajaba del bus para ir a su trabajo y le había tomado la foto; una foto en blanco y negro que era la que Erasmo sostenía ahora en su mano. En ella se podía apreciar toda la belleza de una preciosa joven de veinte años. Inmediatamente Erasmo se la pidió prestada e Isaura lo complació sin protestar. Isaura le dijo “es una foto muy chiquita”, a lo que Erasmo respondió “lo bueno viene en envase chico”. Nunca más Isaura vería esa foto.
Fotografía de una chica
Subieron al bus y Erasmo, como todo un caballero, les pagó el pasaje a las dos hermanas, quienes fueron a sentarse mientras él pagaba. El bus estaba vacío porque ése era precisamente su paradero inicial. Erasmo terminó de pagar y pensó que no se iba a poder sentar con Isaura pues estaba presente su hermana y los asientos eran para dos pasajeros solamente, pero ya avanzando hacia donde estaban ellas vio algo increíble: las hermanitas se habían sentado en asientos separados, con Isaura detrás de Martha. Erasmo no lo podía creer y, ni corto ni perezoso, se sentó con Isaura, muy agradecido con Martha, porque jamás esperó que una hermana pudiera ser tan comprensiva. Y, para variar, el viaje fue de lo más divertido, con risas y bastante conversación.
Martha era, físicamente, muy diferente de Isaura. Cualquiera que las veía no podía creer que fueran hermanas. Martha no era tan guapa como Isaura y era más bajita. Pero lo que le faltaba en belleza, le sobraba en personalidad. Era una chica muy tranquila, no se hacía problemas por nada y daba gusto conversar por ella, porque sabías que siempre te iba a decir algo positivo. No se dejaba llevar por las emociones y era todo lo contrario de una persona violenta. Erasmo siempre la tuvo en muy alto concepto.
Dos días después, Erasmo llevó un bombillo de luz (foco) a la universidad para un trabajo de laboratorio; lo llevó dentro de una bolsita de papel. Asistió a algunas clases y en la tarde se encontró con Isaura, y como tenía que ir a otra clase en un salón que quedaba muy lejos, le pidió a Isaura que le guardara la bolsita de papel. La ves entonces ahora a Isaura caminando con la bolsita de papel de aquí para allá. Lili, una íntima amiga de Erasmo (íntima sólo de amistad, nada más), que no era amiga de Isaura, había visto temprano a Erasmo con la bolsita. Y en la tarde acertó a ver a Isaura con la bolsita. Meses después le contaría esto a Erasmo, riéndose de buena gana, porque en ese momento ella quería saber qué había dentro de la bolsita. Le pareció muy cómico que la bolsita pasara de mano en mano y que la lleven con tanto cuidado. Para entonces, Lili ya los había visto juntos muchas veces.
Esa misma tarde, Erasmo se enteró que había sacado 20 (la más alta nota) en una práctica calificada del curso de Dispositivos Electrónicos. Se lo dijo a Isaura y ella se sintió muy orgullosa de él.
Nuestros tortolitos llevaban tres cursos juntos: Matemática V, Dinámica de Fluidos y Métodos Numéricos, y como hemos dicho, siempre se sentaban juntos. Para el lunes de la siguiente semana, al final tarde, tenían el curso de Métodos Numéricos y Erasmo llegó primero. En este curso no había mucha gente. Se sentó cerca a una esquina y un amigo que estaba parado se puso a conversar con él. Después de unos minutos llegó Isaura; traía un lindo peinado, un peinado de niña que le quedaba muy bien. Erasmo se paró para que Isaura pudiera pasar, todo esto sin saludarse porque Erasmo seguía conversando con el amigo. Isaura pasó y se sentó a su lado. Era algo tácito; era impensable que Isaura se sentara en otro lugar. El amigo se fue a sentar a otro sitio y nuevamente quedaron “solos” los dos, para conversar sin nadie que los interrumpiera.