Casi todos sabemos que la segunda guerra mundial se originó principalmente por la locura de Hitler de expandir su territorio y de vengar la humillación que los alemanes sintieron como consecuencia de su derrota en la primera guerra mundial (tratado de Versalles). Pocos saben que en la primera guerra mundial, antes del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, las condiciones ya estaban dadas para el inicio de la guerra y este asesinato sólo fue la chispa que encendió la mecha.

Asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono Austro-Húngaro

Francia estaba muy dolida por la catastrófica derrota que sufrieron en la guerra contra Prusia en 1870 (Prusia era el mayor de los Estados que más tarde conformarían la actual Alemania), por la que perdieron las regiones de Alsacia y Lorena (ricas en carbón, recurso en ese tiempo más importante que actualmente).

Alsacia y Lorena, en Europa

Entonces, podría decirse que una de las causas de la segunda guerra mundial fue la primera guerra mundial, y una de las causas de la primera guerra mundial fue la guerra franco-prusiana de 1870. Pero ¿cuáles fueron las causas de la guerra franco-prusiana de 1870? Esta vez, las causas no fueron una guerra anterior sino, por un lado, el deseo de Francia de no estar en desventaja en caso de una guerra con Prusia, y por el otro lado, el deseo, casi obsesivo, del “canciller de hierro” de Prusia, Otto von Bismarck, de iniciar una guerra con el fin de unificar los diversos Estados que habían en la zonas adyacentes a Prusia.

En realidad, todo empezó por el desastroso reinado de la reina de España Isabel II. Esta reina, llamada por Benito Pérez Galdós “la de los tristes destinos”, vivió en medio de conflictos que comenzaron aun antes de su nacimiento pues, su padre, el rey Fernando VII, a pesar de haberse casado en tres ocasiones, no tenía hijos varones (tremendo problema para los reyes). Por su condición de mujer y al no tener hermanos, su tío Carlos María Isidro (hermano del rey) reclamaba el trono, pero el rey, enfermo y a punto de morir, se impuso y nombró heredera a Isabel (prohibió la Ley Salónica, que impedía a las mujeres acceder al trono). No conforme con esto Carlos inició la primera “guerra carlista”, pero fue derrotado. Isabel II subió al trono en 1843, con tan sólo 13 años de edad. Al principio se mostró cariñosa con su pueblo y gozó de gran popularidad, pero luego de 25 años de reinado era vista como cruel, lujuriosa y frívola.

Isabel II, reina a los 13 años de edad.

En 1868, tras una revolución encabezada por el general Juan Prim, la reina se vio forzada a abdicar, quedando el trono de España vacante. Por esta razón, Prim visitó al príncipe Carlos Antonio de Hohenzollern-Sigmaringem (del principado de Hohenzolern, que en 1849 se integró como una provincia del estado prusiano) para pedirle que su hijo Leopoldo acepte el trono de España.

Francia sintió que esto era contrario a sus intereses pues, en caso de guerra con Prusia, tendría que luchar en dos frentes, por el noreste contra Prusia y por el sur contra España. Por tal motivo Napoleón III, emperador de Francia, presionó al rey de Prusia, Guillermo I (jefe de la casa Hohenzollern), para que impida que Leopoldo acepte la corona española, logrando su objetivo pues Guillermo I no deseaba entrar en guerra con Francia. Leopoldo renunció al trono español, pero el ministro de Asuntos Exteriores francés no contento con esto, ordenó al embajador francés reunirse nuevamente con Guillermo I, a pesar de que ya habían tenido dos entrevistas, para obtener un compromiso formal de que nunca un miembro de la familia Hohenzollern ocuparía el trono de España. El rey de Prusia se negó a recibir al embajador francés por tercera vez, entendiendo que sus demandas ya habían sido satisfechas, y envió un telegrama a Bismarck, que se encontraba en Ems, narrándole lo sucedido.

El telegrama de Ems

Bismarck supo ver aquí la oportunidad que había estado esperando: modificó el telegrama de manera que pareciera que se había insultado a Francia y lo entregó a la prensa. La reacción no se hizo esperar y Francia, herida en su orgullo, le declaró la guerra a Prusia.
La guerra fue un desastre para Francia: perdió territorios y tuvo que pagar una fuerte indemnización a Prusia. Bismarck hizo realidad su sueño: En enero de 1871 Guillermo I fue proclamado Emperador de Alemania, lográndose la ansiada unificación.

Alemania hoy en día

Y ¿qué pasó en España?: La corona le fue entregada a Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia (qué curioso esto de la monarquía; no les importa que su rey sea un extranjero con tal de que tenga “sangre azul”). Pero este nombramiento lo único que consiguió fue unir a toda la oposición. Tan sólo dos años después, en 1873, y en medio de gran inestabilidad, renunció al trono y regresó a Italia. Y adivinen a quien nombraron rey en 1874: nada más y nada menos que a Alfonso XII, hijo de Isabel II (tanto caminar, con guerra incluida, para terminar en el mismo sitio). Sin embargo, los espanoles tuvieron suerte pues el hijo lo hizo mejor que la madre. Fue llamado “El Pacificador” y su reinado duró 11 años. Su hijo, Alfonso XIII, reinó durante 29 años.

El rey Alfonso XIII y su madre María Cristina de Habsburgo

Cabe mencionar que una de las causas de la derrota de Francia fue que Prusia contaba con los famosos cañones Krupp, que eran cargados por la culata. Los cañones franceses eran cargados por la boca, por lo que eran más lentos e imprecisos.

Soldados del ejército Prusiano cargando un cañón Krupp

Esto me hace recordar a la batalla naval de la segunda guerra mundial, entre el acorazado alemán, casualmente de nombre “Bismarck”, contra el orgullo de la marina real británica: el “Hood”. El Bismarck venció al Hood porque podía apuntar, disparar y corregir su tiro más rápidamente que su adversario. La tecnología al servicio de la guerra. Mejor dicho, la tecnología al servicio de la muerte.

El acorazado Bismarck

REFERENCIAS: Internet