A fines de los 60’s y principios de los 70’s se podía ver en la televisión una serie muy popular llamada “El Fugitivo”. En la serie, el doctor Richard Kimble es acusado injustamente del asesinato de su esposa y es sentenciado a muerte. Viajando a la prisión donde lo ejecutarán, logra escapar y se dedica a buscar a un hombre manco, que él asegura, fue el que mató a su esposa. En los diferentes capítulos de la serie se puede ver que él se encontrará con mucha gente que lo ayudará a escapar, convencida de su inocencia.

 El Doctor Richard Kimble

Pero esta historia trata de la vida de un fugitivo de la vida real que, por increíble que parezca, también era doctor y la gente que iba conociendo también lo ayudaba (aunque por motivos muy diferentes). Pero aquí se acaban las similitudes o coincidencias y empiezan las diferencias, la principal de las cuales es que este doctor sí era culpable y no de cometer cualquier crimen, sino de llevar a cabo algunos de los crímenes más execrables de la Historia.

Me estoy refiriendo nada más y nada menos que a Josef Mengele, el doctor que trabajó en el siniestro campo de concentración de Auschwitz (este artículo está basado principalmente en el libro “Mengele, la Historia Completa”, de Gerald L. Posner y John Ware). Durante la segunda guerra mundial hubo muchos campos de concentración y todos fueron siniestros pero ninguno era tan grande como el de Auschwitz. Se calcula que cuando Mengele llegó, en Mayo de 1943, habían unos 140,000 prisioneros allí, que estaban separados por sexo. Mengele fue enviado a la sección de mujeres. Mengele no era el jefe del equipo médico, pero varios sobrevivientes han declarado que ellos creían que sí lo era, por la manera como se comportaba y daba órdenes; trabajaba más de lo que se esperaba de él y siempre estaba ocupado en proyectos nuevos. Sentía una gran fascinación por todo lo que se relacionaba con la raza (aparte de médico, Mengele era antropólogo). Pronto se ganó la reputación de poseer una eficiencia radical y cruel.

Su primer reto fue una epidemia de tifus entre los internos. Otros doctores habían fallado en sus esfuerzos por combatirla, pero él, sin dudarlo, envió a 1,035 gitanos (sospechosos de tener la enfermedad) a las cámaras de gas. A continuación hizo lo mismo con 600 mujeres judías de la primera barraca. Ordenó desinfectar la barraca ya vacía y trasladó a las 600 mujeres de la segunda barraca a ésta, no sin antes obligarlas a bañarse y a cambiarse de ropa. Repitió el procedimiento con las casi 90 barracas restantes y logró controlar la epidemia. Su jefe, el Dr. Wirths, recomendó que se le otorgue una medalla de servicio de guerra por haber eliminado la amenaza.

Josef Mengele

Todos los días llegaban convoyes de trenes con cientos o miles de judíos, deportados de todos los territorios conquistados por los nazis y una de las tareas de los doctores del campo era “seleccionar” entre los recién llegados para ver quien iba vivir y quien iba a morir. Lo hacían diciendo simplemente “derecha” o “izquierda”. Los más saludables y jóvenes se salvaban, al menos por ese día (luego tenían que trabajar en el mantenimiento del campo o servir de conejillos de indias en los terribles experimentos médicos que allí se realizaban). Los niños, ancianos, mujeres embarazadas, enfermos, discapacitados, estaban condenados sin remedio; la mayoría de las veces los gaseaban ese mismo día, y si no, a esperar turno (por ejemplo, el 6 de Setiembre de 1943 llegaron a Auschwitz 981 judíos procedentes de Francia; sólo 54 fueron admitidos como prisioneros. El resto fue gaseado). Pero los otros doctores han declarado que odiaban esta tarea, que tenían que tomar algún licor para realizarla. Solamente dos doctores hacían esta tarea sin ayuda de ningún estimulante: Mengele y el Dr. Klein; este último era un virulento antisemita. Mengele creía firmemente en la superioridad de su raza.

Prisioneros llegando a Auschwitz para ser seleccionados. Según sobrevivientes, Mengele es el oficial que está a la derecha con el cigarrillo en la mano.

Los sobrevivientes decían de Mengele que era un cínico. Cuentan que una vez vio a una señora llevando a su hijo y le dijo que lo abrigue, que podía coger un resfriado. El asunto era que la señora estaba caminando con su hijo hacia las cámaras, para ser gaseada. Este loco era un apasionado de los gemelos. Personalmente se encargaba de separar a los niños gemelos ya sean gitanos, judíos o de cualquier otra raza. Creía que los gemelos le ayudarían a descifrar la clave que le permitiría a su raza multiplicarse más rápidamente. Los trataba muy bien, incluso los niños le decían “tío Pepi”, pero cuando empezaban los experimentos la cosa cambiaba. Sus estudios no los realizaba solamente en los vivos; daba igual importancia a las autopsias. Por eso, cuando uno de los gemelos moría a causa de sus ensayos, inmediatamente mataba al otro para poder hacer comparaciones (un solo gemelo no le servía de nada a Mengele). En la ciencia médica es extraordinariamente raro que los gemelos mueran al mismo tiempo; la probabilidad es bajísima. Mengele tuvo decenas de gemelos que murieron ante él.

            Campo de concentración de Auschwitz, con la leyenda Arbeit Macht Frei

                                               (El trabajo te hará libre)

Es cierto que es muy deprimente enterarse de todas estas atrocidades cometidas por estos “doctores”, pero pienso que es necesario conocerlas para poder entender por qué casi todo el mundo quería atrapar a este verdadero matasanos. En otro de sus “estudios científicos” Mengele dio tratamiento a niños aquejados de la enfermedad noma (una forma de gangrena que ataca a la boca y a la cara, también llamada “cara de la pobreza”). Luego de lograr que algunos niños se recobraran los envió a la cámara de gas. Su único interés fue averiguar si podía curar la enfermedad. En otra ocasión “investigó” si era posible cambiar el color de los ojos, para lo cual inyectó los ojos de 36 niños con diferentes colorantes. Lo único que consiguió fueron dolorosas infecciones y en algunos casos ceguera. A continuación, los 36 niños fueron gaseados. Muchas más barbaridades, tan o más crueles que las ya referidas fueron cometidas en estos campos de la muerte, pero ya tenemos una idea de lo que allí acontecía.

Pasemos ahora a ver la manera tan increíble en la que Mengele eludió a la justicia, contando incluso con la ayuda indirecta de algunos personajes de la Historia.

Mengele (a la izquierda) con otros oficiales nazis en Auschwitz

Al terminar la guerra Mengele huyó hacia el oeste (Auschwitz está ubicado en Polonia), evitando caer en manos de los rusos. Fue hecho prisionero por los norteamericanos y aquí sucede su primer golpe de suerte: A pesar de estar registrado con su verdadero nombre, no fue reconocido como criminal de guerra. Los norteamericanos investigaban minuciosamente a todos los alemanes miembros de las SS, pero Mengele había cambiado su uniforme de las SS por uno del ejército alemán. Por otro lado, cuando él se hizo miembro de las SS, por vanidad, no había permitido que le tatuaran en el brazo su grupo sanguíneo, como hacían con todos los demás miembros de las SS. Más todavía: hacía dos meses que Mengele estaba en la lista de los criminales más buscados, pero en esos primeros meses después de la victoria aliada, había descoordinación entre los diferentes campamentos de prisioneros y los norteamericanos habían adoptado la política de procesar a los miles y miles de prisioneros tan rápido como sea posible para que, los que no eran acusados de crímenes de guerra, regresen a sus ciudades a reconstruirlas. Se ignora si en el campamento donde él se encontraba disponían de esa lista. Si la tenían entonces estamos ante un caso claro de negligencia. A los dos meses fue liberado y buscó a su amigo de la escuela, el Dr. Miller, al que pidió contactar con su familia y aquí viene su segundo golpe de suerte: Una noche, en que Mengele estaba de visita, tropas norteamericanas llegaron y arrestaron al Dr. Miller, para ser interrogado por su rol dentro del partido nazi. Mengele se escondió en una habitación trasera y los soldados ni siquiera sospecharon que tal criminal se encontraba allí, a pocos metros de ellos.

Además de esto, la esposa del Dr. Miller logró contactar a la familia de Mengele, diciéndoles que estaba vivo y a salvo. Esta actitud, que se repetiría muchas veces, estaba basada en el hecho de que ellos creían que las acusaciones contra Mengele eran falsas.

Mengele con su uniforme de las SS

Asustado, se traladó a Munich para encontrarse con un amigo de confianza, un farmacéutico. En la farmacia, conoció a una pareja de esposos, que de inmediato le tomaron simpatía y prometieron ayudarlo. Y en efecto, así hicieron; le aconsejaron que consiga trabajo en una de las muchas granjas que habían en las zonas rurales, las cuales estaban desesperadas por contratar mano de obra para recuperar lo perdido en la guerra. Fue así como Mengele pasó los siguientes 4 años trabajando en una granja, ganando 10 marcos a la semana. En el interín, doctores que trabajaron con él en Auschwitz, fueron apresados, juzgados y colgados, entre ellos el Dr. Klein y el Dr. Wirths (ya mencionados); este último se suicidó antes de ser colgado. Al enterarse de esto, recién Mengele comprendió que no había esperanza para él; su destino era huir o morir en la horca. Mientras tanto, las autoridades comenzaron a buscar a Mengele. Los periódicos ya hablaban de sus crímenes. Al ser interrogados sobre su paradero, su esposa y su padre Karl Mengele *(un importante empresario (hay una foto de él con Hitler, cuando éste visitó su pueblo, Gunzburg, en 1932), fabricante de maquinaria agrícola y dueño de la compañía “Mengele & Sons”, la cual funcionó hasta 1991. Pero, como esta empresa era dueña de varias patentes, algunos de sus productos todavía conservaban el nombre de Mengele hasta el 2016. En 2017 la AGCO (Allis-Gleaner Corporation) se hizo con el control de toda la infraestructura de la empresa) afirmaban que Mengele había muerto en el frente de batalla. Incluso la esposa vestía de negro y pidió a la parroquia local que oficiara misas por el descanso de su alma.

Karl Mengele, a la izquierda de Hitler, en 1932

Y aquí viene su tercer golpe de suerte: En Enero de 1947 un diario de Nueva York, equivocadamente informó que Mengele había sido capturado. Al leer esto, la Dra. Gisella Perl, ginecóloga judía que trabajó como asistente de Mengele en Auschwitz, escribió a las autoridades ofreciendo dar evidencias en contra de Mengele * (la Dra. Perl no fue la única doctora que asistió a Mengele. De entre los cientos de miles de judíos que llegaban a Auschwitz, los médicos de las SS escogían a los doctores más calificados para que sirvan de ayudantes en sus experimentos. Algunos de ellos eran verdaderas lumbreras, como el patólogo húngaro Miklos Nyiszli). Pero su carta fue archivada y no fue contestada. En Octubre de ese mismo año la Dra. Perl volvió a escribir a la Rama de Crímenes de Guerra de la División de Asuntos Civiles en Washington. Esta vez sí obtuvo respuesta: El 12 de Febrero de 1948 fue informada que Mengele había muerto en Octubre de 1946. La información provino del Brigadier General Telford Taylor, Jefe del Concejo de Estados Unidos Para Crímenes de Guerra en Nuremberg. Este monumental error se produjo principalmente por dos factores: los norteamericanos tenían la idea de que Mengele estuvo entre los 40 hombres de la SS que fueron llevados a juicio en Krakow (Polonia), donde hubo 24 condenados a muerte, incluyendo algunos doctores. Y el otro factor fue la habilidad de Karl Mengele de convencer a sus interrogadores de que su hijo había muerto. En ambas situaciones no se verificó la información.

La Doctora Gisella Perl

Mengele sabía que no había destino para él en Alemania, por lo que, luego de muchas peripecias, en Julio de 1949 partió para Argentina, llegando a Buenos Aires el 26 de Agosto. Y aquí viene el primer personaje histórico que ayudó a Mengele: Juan Domingo Perón, presidente de Argentina en ese momento, quien había dado varias muestras de simpatía por el gobierno de Adolfo Hitler. Claro que Perón no sólo ayudó a Mengele sino a cientos de alemanes que huyeron de Europa hacia su país. En esos años en los que Mengele estaba en Argentina, hizo amistad con muchos alemanes, anteriores miembros de la SS, incluyendo al as de la Lutfwaffe, el coronel Hans Rudel y a Adolf Eichmann, que se haría muy famoso tiempo después.

Mengele llegó a disfrutar de cierta holgura económica pues se convirtió en representante de los negocios de su padre en Sudamérica. Asistía al teatro, a conciertos de música clásica y era un asiduo concurrente de un conocido bar de exiliados alemanes. También recibió la visita de su padre, de su hermano menor Alois y de su compañero de escuela Hans Sedlmeier, que trabajaba en la empresa de su padre.

En 1954, mediante un poder firmado y notarizado por un abogado de Buenos Aires, Mengele se divorció de su esposa Irene (madre de su hijo Rolf), que estaba viviendo en Alemania. Poco tiempo después, su padre, Karl, deseaba que su hijo se case de nuevo y había escogido como esposa a su nuera Martha, viuda de su hijo Karl Jr. (hermano menor de Mengele), quien había fallecido a la temprana edad de 37 años. Karl Mengele preparó una reunión de su hijo y Martha en Suiza, para lo cual Mengele solicitó a la Policía Federal Argentina un pasaporte especial. El requisito principal era que tenía que probar que era una persona de “buena conducta”; entonces uno de sus amigos alemanes, bien relacionado, testimonió ante la policía dando fe de lo requerido y así fue como en Marzo de 1956, la Corte Argentina de Primera Instancia, expidió a Mengele un pasaporte de 120 días con el cual pudo viajar a Suiza.

Juan Domingo Perón

En Suiza Mengele se reunió con su hijo Rolf, entonces de 12 años, con Martha y su hijo Karl Heinz. Se comprometieron y luego Mengele realizó una visita de una semana a la casa de su padre, en Gunzburg. Después alquiló un auto para ir a Munich a visitar a su amigo farmacéutico que lo había ayudado 11 años antes, y aquí viene su cuarto golpe de suerte: Estando en Munich tuvo un accidente menor de auto pero que atrajo la atención de la policía. Al ver su pasaporte sudamericano le pidieron que no salga de Munich pues iban a investigarlo. Temeroso de ser descubierto, telefoneó a su familia e inmediatamente su padre manejó hasta Munich y “arregló” el asunto, pagando una buena cantidad para que se olvidaran del accidente. Al día siguiente Mengele dejó Europa.

A su regreso a Argentina Mengele comenzó a sentirse más confiado y deseando normalizar su vida, pensó en adquirir una casa mediante un préstamo bancario, pero el banco le pedía una prueba de identidad. Esto no era fácil para él pues hasta entonces había estado viviendo con el nombre falso de “Helmut Gregor”. Pero nuevamente la suerte le acompañó. Tuvo el descaro de ir a la Embajada Alemana a explicar que Helmut Gregor y Josef Mengele eran la misma persona y consiguió que le expidan un certificado con su nombre real. Armado con esta identificación y con su certificado de nacimiento se presentó a la Corte Nacional en Buenos Aires y juró que Gregor y Mengele eran una sola persona y que toda la información dada desde que llegó a Argentina era falsa. En Noviembre de 1956 obtuvo su nueva tarjeta de identidad, número 3.940.484. A continuación regresó a la Embajada Alemana y consiguió un pasaporte permanente, número 3.415.574.

Una explicación para estos increíbles trámites, realizados por un prófugo de la justicia, es que en ese tiempo el embajador alemán era Werner Junkers, antiguo miembro del partido nazi y ex-asistente del ministro de relaciones exteriores Joachim von Ribbentrop, quien fue colgado en Nuremberg, en Octubre de 1946 por crímenes de guerra. Otra explicación es que, parece que en esos años (la década del 50), los alemanes exiliados tenían mucha influencia en varias áreas del gobierno. Y una tercera explicación podría ser que, el trato que da un ciudadano común de un país tercermundista a un ciudadano extranjero que viene de un país desarrollado es, por decir lo menos, preferencial. Esto se ve aún en nuestros días y supongo que en la década del 50 habrá sido más acentuado. Sumémosle a esto el hecho de que, ahora todo el mundo sabe quién fue Mengele, pero en esa década muy poca gente había oído hablar de él.

Ubicación de la ciudad de Gunzburg (Munich en alemán es München)

Y así fue como Martha y su hijo Karl Heinz viajaron a Buenos Aires para vivir con Mengele. Se casaron en Uruguay en Julio de 1958. Por otro lado, con el apoyo económico de su padre y asociándose con dos ciudadanos argentinos formó una empresa dedicada a la manufactura de drogas y otros productos médicos. Parecía que las cosas le estaban yendo bien al médico de Auschwitz, pero la suerte pronto empezaría a cambiar. No se sabe porqué la policía comenzó a sospechar que Mengele estaba ejerciendo como doctor sin licencia. Estuvo detenido tres días, pagó un soborno de 500 dólares y lo dejaron en libertad.

Martha Mengele

En Diciembre de 1946 se realizó en Nuremberg el llamado “Juicio de los Doctores”, donde fueron juzgados 23 doctores de la SS. Siete médicos fueron condenados a muerte. Había un hombre, superviviente de Auschwitz, que pensaba que Josef Mengele debió estar entre los acusados: Hermann Langbein. Molesto por esta ausencia inició en Alemania una cruzada personal para traer a Mengele a la justicia. Pudo averiguar que Mengele se había divorciado y trató de interesar a las autoridades para que iniciaran una campaña de búsqueda. La familia de Mengele se enteró de esto y lo puso al corriente de las actividades de Langbein. Este trataba de conseguir datos de Mengele, incluso realizó una visita a Günzburg, el pueblo donde nació Mengele. Alarmado por esto y por lo sucedido en su empresa, en Marzo de 1959 Mengele decidió que estaría más seguro viviendo permanentemente en Paraguay. Haciendo uso de su nuevo pasaporte, Mengele ya había viajado a Paraguay y a Chile, en compañía de sus amigos alemanes, con el fin de vender la maquinaría agrícola que fabricaba su padre en Alemania (Hans Rudel lo había convencido de que Paraguay era un excelente mercado para sus productos). Incluso en una reunión a la que asistió fue presentado al presidente de Paraguay, Alfredo Stroessner (hijo de un inmigrante alemán y de madre paraguaya). Esto nos da una idea de los círculos en que se movían sus amistades alemanas. Pero Stroessner no sabía quién era Mengele.

En Mayo de 1959 Mengele se estableció en Paraguay, en una región llamada localmente “Nueva Bavaria”, por la gran cantidad de descendientes de alemanes que allí vivían. Este pueblo fue formado por alemanes desterrados a fines del siglo XIX, por sus ideas antisemitas, mucho antes de que Hitler apareciera en escena. Durante la segunda guerra mundial, fue evidente su apoyo al régimen nazi. Mengele comenzó a viajar a muchas regiones del Paraguay, vendiendo la maquinaría agrícola que la empresa de su padre producía.

En Junio de 1959 los esfuerzos de Hermann Langbein dieron fruto: Consiguió que el juez Robert Müller de la Corte Número 22 de Freiburg (pueblo de Alemania, cercano a las fronteras con Francia y Suiza) emitiera una orden de arresto en contra de Mengele. Se dio aviso a las estaciones de policía y a la Oficina de Asuntos Exteriores en Bonn, para tramitar la extradición desde Argentina, donde Langbein seguía pensando que se encontraba Mengele, basado en la dirección del abogado que tramitó su divorcio. Pero un informante de la policía de Günzburg avisó a la familia de Mengele. Este, mientras tanto, ya había comenzado a realizar trámites para conseguir la ciudadanía paraguaya. El principal inconveniente que se le presentó fue que uno de los requisitos para adquirir la ciudadanía era que la persona debía haber vivido en forma continua los últimos cinco años en el país. Mengele no cumplía este requisito así que nuevamente sus amigos alemanes vinieron en su auxilio. Alejandro von Eckstein y Werner Jung juraron ante la corte que el solicitante estaba en el país desde hacía 6 años. El 27 de Noviembre de 1959 el nuevo ciudadano “José Mengele” recibía su certificado de naturalización, número 809. Ese mismo mes, su padre, Karl Mengele, falleció. Se descartó un viaje para estar presente en el funeral, por la advertencia recibida de que ya lo estaban buscando en Alemania. Al mismo tiempo, la embajada alemana en Asunción descubrió que Mengele estaba viviendo en Paraguay y el cónsul Winfried Engemann pidió al ministro del interior de Paraguay si podía revisar el file de Mengele. El file le fue entregado, no sin antes haberle quitado la información relevante, por lo que el cónsul lo consideró sin valor. El libro del cual estoy escribiendo este artículo no lo dice pero yo supongo que, aparte de las influencias de los altos personajes, amigos de Mengele, estaba corriendo dinero a manos llenas.

Hermann Langbein

Paralelamente la oficina de la Interpol, en París, también pidió a la embajada paraguaya una copia del file de Mengele. Pero en esos años la Interpol no era lo que es ahora. En 1939, el nazi Reinhard Heydrich, el “carnicero de Praga”, fue elegido presidente de la Interpol. Cuando murió en 1942 (ver la película “Antropoide”), Himmler nombró como sucesor a Ernst Kaltenbrunner, quien fue colgado en Nuremberg en 1946. En 1956 asumió el cargo Jean Nepote, antiguo colaborador del gobierno de Vichy durante la guerra. En 1968 fue elegido Paul Dickopf, ex-oficial de las SS, que permaneció en el cargo hasta 1972. Como es de suponer, Mengele no tenía que preocuparse mucho de las acciones que podía tomar la Interpol * (la creación de la Interpol, en 1923, fue el sueño de un austríaco llamado Johannes Schober, quien deseaba aumentar el prestigio de su país reuniendo a todos los departamentos de policía del mundo para enfrentar a la delincuencia. Por eso es que al principio todos sus presidentes fueron austríacos. Schober murió en 1932 y en 1938, cuando Hitler anexionó Austria al Tercer Reich, los nazis tomaron el control de la organización. Así es como se explica que reconocidos criminales de guerra hayan estado al mando de un organismo que se suponía debía combatir el crimen).

Johannes Schober

El 11 de Mayo de 1960, Adolf Eichmann, el lugarteniente de Reinhard Heydrich y coordinador del traslado de cientos de miles de judíos a los campos de concentración de Polonia, fue capturado en Argentina por el Mosad, el servicio secreto israelí. En una operación clandestina fue trasladado a Israel, sometido al primer juicio televisado y retransmitido, condenado a muerte y ahorcado el 31 de Mayo de 1962. Pero hay dos personajes clave en el secuestro de Eichmann. Lothar Hermann era un judío alemán que vivía en Argentina. Tenía una atractiva hija llamada Silvia, que estaba de amores con un chico llamado Nicholas Eichmann (su nombre real era Klaus pero parece que a él le gustaba más Nicholas). Un día, pavoneándose, le comentó a Silvia que hubiera sido mejor que exterminaran a todos los judíos. Silvia se lo contó a su padre y se despertaron las sospechas. Poco tiempo después el Sr. Hermann se convenció de que el dueño de la casa donde vivía Nicholas era Adolf Eichmann. Pero el dueño era un austríaco llamado Francisco Schmidt; Eichmann era su inquilino, bajo el nombre falso de Ricardo Klement (Eichmann se había cambiado el apellido pero no cambió el de sus hijos).

Hermann avisó a unos amigos en Alemania, quienes se pusieron en contacto con el segundo personaje de esta historia: Fritz Bauer, fiscal público del estado de Hesse. Este, temiendo que su gobierno no pediría la extradición de Eichmann, avisó directamente al Mosad en Setiembre de 1957. El servicio secreto israelí envió un agente a Argentina para corroborar la información y rápidamente descartó a Schmidt y descubrió algo más: Hermann era ciego. ¿Cómo podía un ciego dar fe de que había descubierto a Eichmann? es lo que se preguntaban los israelíes y archivaron el caso. Sin embargo Hermann estaba correcto en lo que se refería a la dirección de Eichmann. En Diciembre de 1959, Fritz Bauer, molesto por la inacción de los israelíes, voló a Jerusalén y amenazó con dar la información a las autoridades de su país, lo que seguramente pondría sobre aviso a Eichmann y escaparía. Consiguió que el Mosad reabriera el caso. Esta vez tomaron fotografías de los integrantes de esa casa y pudieron identificar a Eichman sin lugar a dudas.

Adolf Eichmann

Luego de la captura de Eichmann, el gobierno argentino protestó ante Israel por haber violado su soberanía. Hubo reacciones antisemitas en varias partes de Sudamérica, azuzadas por simpatizantes de la ideología nazi y por el hijo de Eichmann, Nicholas. Ben Gurión, primer ministro de Israel, mediante una carta pidió disculpas a Arturo Frondizi, presidente argentino. Mientras tanto, Mengele y todos los nazis fugitivos esperaban con ansiedad noticias sobre el destino de Eichmann, sabiendo que bien podría ser el suyo. El juicio a Eichmann también trajo más publicidad sobre los crímenes de otros integrantes de las SS, ahora fugitivos. A la cabeza de todos estaba Mengele, cuyas “hazañas” eran el pan de cada día en los periódicos de muchos países. Ante esta situación, Mengele decidió que sería irremediablemente atrapado por los israelíes si se quedaba en Paraguay; así que decidió continuar su fuga en Brasil.

En Octubre de 1960 cruzó la frontera. El hombre que ayudó a Mengele en Brasil se llamaba Wolfgang Gerhard, fanático nazi, anterior miembro de las juventudes hitlerianas (cuando se inició la segunda guerra mundial tenía sólo 14 años), amigo de Hans Rudel, quien fue quien le presentó a Mengele y le pidió que lo ayude a encontrar un nuevo refugio. Aceptó gustoso de proteger al más notorio criminal de guerra del Tercer Reich. Después de varios meses, Gerhard presentó a Mengele (con el nombre de Peter Hochbichler) a la familia que había escogido para su protección. Era una pareja de húngaros, de apellido Stammer, llegados al Brasil en 1948, escapando de los comunistas. Los Stammer estaban pensando en invertir en una granja, ubicada en una remota localidad llamada Nova Europa, a 200 millas al nor-oeste de Sao Paulo. Les cayó como anillo al dedo la proposición de que Mengele daría una parte del dinero necesario para comprar la granja. Además Mengele sería el administrador. Esto era muy conveniente para ellos pues el Sr. Stammer era topógrafo y pasaba largas temporadas fuera de casa. Mengele viviría con ellos los siguientes 13 años de su vida. En esos años, y posteriormente también, Mengele escribió un diario, del cual se conservan muchas páginas y han servido para tener una idea más clara de su personalidad y de sus actividades.

Mengele con Wolfgang Gerhard

Los granjeros notaron que algo no encajaba. Se dieron cuenta de que “Peter” leía Filosofía e Historia y gustaba de la música clásica, especialmente Mozart. También se percataron de que su nuevo jefe tenía mal genio y que explotaba cuando no le entendían las órdenes que daba en su portugués mal hablado. Siempre les estaba diciendo que debían trabajar más duro. Además, era evidente su falta de experiencia en el trabajo propio de la granja. Por último, observaron que la Sra. Stammer (Gitta) y Mengele iban juntos a todos lados. Posteriormente Gitta siempre negaría que tuvo algún romance con Mengele.

Mientras tanto, el Mosad, con muchos altibajos, continuaba en sus pesquisas para poder ubicar y atrapar a Mengele. Sucedieron casos en que los diarios informaron que Mengele había caído en manos de la policía, pero sólo se trataba de alemanes que fueron confundidos con el criminal más buscado del mundo. Comenzó a gestarse una leyenda que afirmaba que Mengele poseía poderes sobrehumanos de escape, que era rico y que tenía un ejército de agentes a su servicio, que siempre estaba un paso adelante del servicio secreto israelí, que estaba armado y que era muy peligroso. Se tejieron las más increíbles y disparatadas historias en las que estaba relacionado Mengele, pero no tenían nada que ver con la realidad. En la granja de Nova Europa, Mengele y los Stammer permanecían ajenos a todo esto pues muy rara vez se veía un periódico por allí.

Gitta Stammer

A mediados de 1962 el Mengele real se mudó junto con los Stammer a Serra Negra, una granja ubicada a 93 millas al Norte de Sao Paulo. Gitta Stammer recuerda que el calor en Nova Europa era asfixiante. El clima de Serra Negra era más fresco. Mengele aportó la mitad del precio de la granja. Mengele comenzó a sentirse mejor en la nueva granja pero sus anfitriones no. En realidad, estaban fastidiados con su comportamiento. El evitaba reunirse con la gente, era propenso a pelear con los granjeros y a humillarlos. Lo más irritante eran sus violentos cambios de humor. Un día estaba callado, hermético, un hombre solitario que caminaba por horas. Al siguiente día estaba conversador, genial, cautivando a los Stammer con un agudo sentido del humor. Para ellos era claro que su huésped estaba bajo una gran tensión. Notaron que cuando alguien iba a la granja Mengele siempre desaparecía. Si recibían visitas de amigos de Sao Paulo, Mengele preguntaba: “¿Quién es esa gente?, ¿realmente son amigos?”. Hasta que un día, un hombre de negocios que estaba comprando la fruta que la granja producía, olvidó su periódico y Gitta pudo ver en sus páginas un rostro conocido. Era un aviso en que se ofrecía recompensa por la captura del médico de Auschwitz que estaba viviendo con ellos. Su esposo estaba presente y juntos confrontaron a Mengele. Este no dijo nada y se retiró, pero en la noche, después de la cena, admitió que él era el hombre de la foto.

Casa donde vivió Mengele en Serra Negra

Los Stammer querían hablar inmediatamente con Wolfgang Gerhard pero no tenían teléfono. Una semana después se reunieron con él y le dijeron que tener en su casa a un fugitivo de la justicia era muy peligroso, que tenía que buscar otro refugio. Gerhard trató de calmarlos, diciendo que nadie lo encontraría, que debían estar felices pues antes de la llegada de Mengele ellos no eran nada y ahora algo importante había pasado en sus vidas. Prometió contactar con su familia en  Alemania para trasladar a Mengele a otro sitio. Alois, el hermano menor de Mengele, que estaba a cargo de los negocios de la familia, envió a su amigo de escuela y hombre de confianza Hans Sedlmeier a apaciguar las cosas. Un mes después llegó al Brasil, habló con los Stammer, les entregó 2,000 dólares y prometió encontrar otro lugar para Mengele. Pero pasaba el tiempo y la promesa no se cumplía. Por otro lado, las relaciones entre Mengele y los Stammer se deterioraron visiblemente. Mengele estaba constantemente enojado, nervioso y respondía agresivamente a cualquier pregunta que se le hacía. Nuevamente los Stammer hablaron con Gerhard y le insinuaron que podrían denunciar a Mengele. Esta vez el alemán no se anduvo por las ramas. Les contestó que la cosa no era tan fácil como ellos pensaban, que las consecuencias de sus acciones les afectarían a ellos también, que pensaran en el futuro de sus hijos, que había muchos obstáculos, muchas dificultades. Después de esto los Stammer continuaron viviendo con Mengele y nunca lo traicionaron, ni siquiera cuando ya no vivía con ellos y tampoco dijeron nada cuando Mengele murió.

El primero de Junio de 1962 Adolf Eichmann fue colgado en Israel. Fue un golpe terrible para Mengele y su obsesión por no ser capturado se intensificó. Cada vez que salía a caminar lo hacía acompañado por un gran número de perros. Determinado a no seguir el destino de Eichmann, ordenó la construcción de una torre de vigilancia de madera de 6 metros de altura. El trabajador que la hizo, Ferdinando Beletatti, recuerda con desagrado que Mengele sólo le hablaba para darle instrucciones de cómo debía construir la torre. Una vez lista, Mengele pasaba horas y horas atisbando el horizonte, armado de potentes binoculares. La torre estaba bien ubicada; desde ella podía verse claramente el pueblo más cercano.

Vista que tenía Mengele desde su torre de observación en Serra Negra

Pero lo que no sabía Mengele es que la suerte iba a estar de su lado nuevamente. A fines de 1962, los acontecimientos en el Cercano Oriente, obligaron a los israelíes a preocuparse más por sus vecinos árabes que por Mengele. La verdad es que es increíble la suerte de este hombre, más todavía si tenemos en cuenta que uno de los principales agentes del Mosad, Zvi Aharoni, afirma que él estuvo a pocos metros de Mengele. Agentes del Mosad viajaron a Uruguay y lograron conseguir un informante alemán, un ex-oficial de las SS, Willem Sassen. A cambio de 5,000 dólares al mes, * (Aharoni dice que también convencieron a Sassen de que Mengele había “manchado” el honor de las SS al realizar sus terribles experimentos médicos) Sassen pronto descubrió que Mengele estaba viviendo cerca de Sao Paulo y que el hombre que lo había ayudado era Wolfgang Gerhard. Aharoni cuenta que él vigiló y siguió a Gerhard, alejándose a varias millas de Sao Paulo. Para no despertar sospechas, caminando por las granjas con cámaras fotográficas y binoculares en la mano, organizó un picnic con dos lugareños, cerca del lugar donde había visto por última vez a Gerhard. Luego de unas horas, súbitamente se les acercaron tres hombres, un europeo y dos brasileños. Aharoni asegura que el europeo era Mengele y que  no tuvo tiempo de sacar su cámara fotográfica. A continuación Aharoni pensó que lo tenía (a Mengele) pero que no podía hacer nada solo, así que regresó a Europa, a la oficina central del Mosad en París, para preparar la operación. Hay que mencionar que matar a Mengele no estaba entre los planes del Mosad; su objetivo era capturarlo y llevarlo a Israel para ser juzgado, tal como habían hecho con Eichmann.

Zvi Aharoni

Pero ¿qué encontró Aharoni en París? Encontró al jefe del Mosad, Isser Harel, muy preocupado por un caso de secuestro de un niño de 8 años (Yosselle Schumacher)  que había ocurrido en Israel, y le ordenó que dejara lo de Mengele y se dedique por entero a la búsqueda del niño. Este secuestro, que fue hecho por motivos religiosos, conmovió profundamente a la sociedad israelí, de ahí el interés de Harel. Pero que haya ordenado que se suspenda la búsqueda de Mengele es algo muy difícil de tragar, como si el personal del Mosad fuera de 3 ó 4 personas nada más. Posteriormente Aharoni ha declarado que se arrepiente de no haber cuestionado la orden que le dieron. Dijo que él obedeció porque él es un buen soldado, pero se da cuenta de que debió haber sido más firme, que pudo haber hecho algo más y no lo hizo. Es sólo una especulación mía, pero yo pienso que las autoridades de Israel no deseaban enfrentarse de nuevo a la condena internacional por secuestrar a un fugitivo, como sucedió con la captura de Eichmann, violando la soberanía de otro país; en este caso hubiese sido Brasil el país afectado. Si esto es cierto, tenemos a otro personaje histórico, Adolf Eichmann, que ayudó a Mengele a evitar su captura. Y si esto no es cierto, igualmente Eichmann ayudó a Mengele con su muerte, al reforzar sus preocupaciones y precauciones para ocultarse a la vista del mundo.

Poco tiempo después Harel estaría peleando por conservar su puesto de trabajo cuando el presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, se jactó de que ellos poseían cohetes con los que podían destruir cualquier blanco al sur de Beirut. Fue muy embarazoso que el Mosad no tuviera ninguna información al respecto.

Abdel Nasser

El jefe de la inteligencia militar, el general Meir Amit criticó duramente a Harel y se quejó al primer ministro Ben-Gurión de que Harel había dado más importancia a la captura de Eichmann y a encontrar al niño Schumacher que a la seguridad del estado de Israel. Después de algunos golpes y contragolpes con el general Amit, Harel presentó su renuncia en Abril de 1963. El sucesor designado fue, por supuesto, el general Amit, quien asumió el cargo con una política muy clara: el Mosad debía dirigir sus esfuerzos para garantizar la supervivencia de Israel. Política que no estuvo del todo desacertada si consideramos que en 1967 ocurrió la Guerra de los Seis Días. Pero así fue como murieron los intentos del Mosad de capturar al asesino de miles de judíos. Tenemos entonces a otro personaje histórico que, sin querer, ayudó a Mengele: Abdel Nasser. La ironía del asunto es que el anuncio de Nasser fue más una baladronada que una realidad. Agentes de Amit descubrieron que el sistema de guía de los cohetes egipcios estaba en pañales. Una cosa es disparar los cohetes y otra, muy diferente y mucho más difícil, es que acierten en el blanco.

Con la renuncia del Mosad a perseguir a Mengele, lo que sucedió a continuación fueron intentos de extradición y reclamos a las autoridades, basados en conjeturas, no siempre correctas, llevados a cabo principalmente por los llamados “cazadores de nazis” y por el infatigable fiscal del estado de Hesse, Fritz Bauer. Los principales cazadores de nazis eran Beate Klarsfeld, Simón Wiesenthal y Tuvia Friedman. Klarsfeld, hija de un soldado del ejército alemán, nacida en 1939, casada con un ciudadano francés, comenzó a perseguir a los nazis desde 1966. En Mayo de 1985, harta de la búsqueda infructuosa de Mengele, se paró frente al edificio de la Corte Suprema del Paraguay, en Asunción, con un cartel que decía: “Stroessner, tú mientes al decir que no sabes dónde está el SS Mengele”. Más adelante veremos que esta protesta era extemporánea. 

Beate Klasfer en Paraguay

Simón Wiesenthal, fue prisionero en el campo de concentración de Mauthausen- Gusen durante la segunda guerra mundial. Terminada la guerra, dedicó todo su tiempo a localizar y llevar ante la justicia a los criminales de guerra nazis. Se dice que, como resultado de sus esfuerzos, se logró detener a casi 1,000 criminales fugitivos. Pero en el caso de Mengele, definitivamente Wiesenthal no daba pie con bola. Para empezar, decía que estaba 100% seguro de que Mengele estaba escondido en Paraguay. * (Periódicamente Wiesenthal informaba que Mengele estaba en Egipto, en Chile, que pasó por Bolivia, por Perú, que era un asiduo concurrente de los mejores restaurantes en Asunción, manejando su auto Mercedes 280SL, que una noche hizo un espectáculo blandiendo su pistola en un bar, que había trazado sus movimientos con exactitud y que su captura se produciría en las siguientes semanas, que estuvo a punto de capturarlo y se le escapó por un pelo. Se cree que decía todo esto para mantener viva la imagen de Mengele, a fin de que sus crímenes no sean olvidados y también para obtener donantes para el mantenimiento de su Centro Simon Wiesenthal, dedicado a la caza de nazis. Beate Klarsfeld anunció, una vez, que Mengele estaba viviendo en la selva peruana, a 250 millas de Lima. Y Tuvia Friedman afirmaba que, en el momento que los agentes del Mosad atraparon a Adolf Eichmann, éste preguntó: “¿quién de ustedes es Friedmann?”).

Simon Wiesenthal

En esos años, la opinión de Wiesenthal era muy respetada y entonces tenemos que muy poca gente pensaba que pudiera estar en el Brasil. Beate Klarsfeld también pensaba que Mengele estaba en Paraguay. Pero aquí cabe una pregunta, tal vez incómoda para los israelíes. Ellos sí sabían que Mengele estaba en Brasil. ¿Porqué no lo dijeron? Desde 1963, Isser Harel, el ex-jefe del Mosad, sabía que Mengele estaba en Brasil; veintidós años más tarde, el mundo y los cazadores de nazis todavía creían que Mengele estaba escondido en Paraguay. Supongo que si ellos lo hubieran dado a conocer, el mundo les habría preguntado: “y si sabes que está en Brasil ¿porqué no lo capturas?” Esto refuerza mi teoría de que los israelíes no querían enfrentarse nuevamente a las consecuencias de secuestrar a una persona en territorio ajeno. Entonces los israelíes ocultaron este dato, aun a Wiesenthal, de quien se asegura que trabajó en coordinación con el Mosad para poder llevar a la justicia a muchos de los 1000 criminales mencionados.

Se ofrecieron recompensas de millones de dólares por la captura del médico de Auschwitz. En 1964 el embajador alemán en Asunción, Eckart Briest, se reunió con el presidente Stroessner para tratar de lograr algún avance en la persecución de Mengele. Briest argumentó que, dado que los reportes de la policía indicaban que Mengele había ingresado al Paraguay en 1959, era imposible que hubiese cumplido el requisito de vivir 5 años en el país para lograr la ciudadanía, luego, ésta podía ser revocada por contener declaraciones falsas y entonces Mengele podría ser extraditado (Paraguay se oponía a extraditar a cualquiera de sus ciudadanos). La reacción de Stroessner fue violenta, lo tomó como un ataque personal a su integridad. Alzó la voz y dijo que una persona que se convierte en un ciudadano paraguayo, siempre será paraguayo. Amenazó al embajador con declararlo persona no grata si seguía insistiendo en el asunto. Osea, a Stroessner no le importaba que su país haya aceptado como ciudadano a uno de los más siniestros asesinos del siglo XX, a él lo que le importaba era que la santidad de la ciudadanía de su país había sido puesta en entredicho por un país amigo. Demás está decir que aquí tenemos a otro personaje histórico que ayudó a Mengele.

Alfredo Stroessner

Los diarios anunciaron más de una vez que Mengele había sido capturado. El ministro peruano de Gobierno y Policía, el Dr. Juan Languasco Dehabich, anunció en una conferencia de prensa que Mengele había sido atrapado en la selva peruana. Inmediatamente el fiscal de Alemania, Fritz Bauer, inició el proceso de extradición ante el gobierno peruano. Al día siguiente se aclaró que todo había sido un “malentendido”. El arrestado era un agitador comunista llamado David Livingstone Penn. En 1961, en un incidente digno de Ripley, Mengele fue “capturado” en Argentina. Esta vez la víctima, por increíble que parezca, fue la persona que posibilitó la captura de Adolf Eichmann, Lothar Hermann, aquel invidente que comenzó a sospechar que el padre del novio de su hija era un criminal de guerra. Muy afectado por su detención, el pobre señor sólo atinaba a balbucear incoherencias. Cuando le preguntaron si él era Mengele contestó que sí, aumentando la confusión ya existente. Afortunadamente a alguien se le ocurrió comparar las huellas digitales de Hermann con las de Mengele, obtenidas cuando tramitó su tarjeta de identidad en 1,956 y así se dieron cuenta de que habían cometido un error.

Otro golpe más de suerte de este fugitivo (definitivamente no estaba para ser capturado), fue el famoso video de tres segundos y medio, tomado por el reportero de la televisión brasileña Adolfo Cicero en 1,966. Este reportero aseguraba que él estaba con su cámara y que de pronto apareció un hombre, al cual filmó y, al darse cuenta de que estaba siendo filmado, el hombre se asustó y huyó. Posteriormente Cicero afirmaría que ese hombre era Mengele. El hombre nunca ha sido encontrado. Se obtuvieron fotografías de la película y sobrevivientes de los campos de concentración aseguraban que era Mengele. Incluso, estas fotos fueron impresas en memorandos de la Interpol y por cerca de veinte años logró confundir a la gente.

El hombre filmado por Cicero

El verdadero Mengele

El primero de Enero de 1972, el empresario Luis Banchero Rossi, el hombre más rico del Perú, fue encontrado muerto, asesinado en su mansión, en las afueras de Lima. Herbert John, un periodista alemán, que había trabajado para Banchero, pensaba que el responsable de este homicidio era un grupo neonazi, cuyo líder era Frederick Schwend, ex-mayor de las SS. John compartió sus sospechas con el juez investigador del caso José Santos Chichizola. En Febrero la policía arrestó a Schwend, quien pidió inmunidad a cambio de revelar que Mengele estaba envuelto en el caso. A continuación, dio rienda suelta a su imaginación diciendo que Mengele estaba tras el imperio de Banchero y ofreció un sinfín de detalles que “confirmaban” su declaración. Pero pronto se hizo notoria la inconsistencia de su relato y fue liberado.

Continuando con la suerte de Mengele, el 30 de Junio de 1,968, muere prematuramente en Alemania, a la edad de 64 años, el fiscal Fritz Bauer, el único hombre en el país que había perseguido sin descanso a Mengele. Ese mismo año, Israel decide abrir una embajada en Paraguay, la cual pudo haber servido como una base ideal para continuar con la caza de Mengele, pero el embajador designado, Benjamín Weiser Varon, declaró que él había sido enviado allí para crear amigos, no para enfrentarse con ellos. Lo que sucedía era que Paraguay había ganado un desproporcionado poder en el mundo diplomático, al convertirse en uno de los dos países latinoamericanos que conformaban el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, e Israel no desaprovechaba la oportunidad de mejorar sus relaciones con los demás países, tendiente a lograr un voto favorable en cualquier resolución de las Naciones Unidas que involucre a Israel. Varon ni siquiera fue informado que el Mosad tuvo agentes en Paraguay y Brasil desde 1960 a 1962. El se enteró de esto muchos años después, en 1978, cuando ya no era embajador, a través de un programa de la televisión española, El Mundo en Acción, de Granada Televisión.

Fritz Bauer

Pero, ¿qué hacía mientras tanto el verdadero Mengele? Lo que hacía era sacar de sus casillas a los Stammer. Los rozamientos, por estar viviendo juntos, eran constantes y la tensión iba en aumento. Para los Stammer ya era insoportable vivir con un hombre tan autoritario, que interfería en casi todos los aspectos de su vida. El les decía cómo debían gastar su dinero, criticaba la educación que estaban dando a sus hijos, les prohibió terminantemente hablar en húngaro en su presencia (pensaba que estaban hablando mal de él). Los dos hijos de los Stammer, Miki y Roberto, lo detestaban pues cuando su papá estaba de viaje, Mengele les daba órdenes como si fuera su padre. Usualmente Gitta Stammer era la única audiencia que Mengele tenía para sus interminables disertaciones sobre evolución, filosofía y moralidad.

En 1,969 los Stammer se mudaron junto con Mengele a la localidad de Caieiras, a 25 millas de Sao Paulo, a una casa de 4 dormitorios. Al principio la tensión disminuyó un poco; Mengele se dedicó a realizar trabajos de carpintería en la casa nueva. Pero no pasó mucho tiempo hasta que las cosas volvieran a estar como antes. Wolfgang Gerhard se dio cuenta que las relaciones entre ellos se estaban acercando rápidamente a un punto de quiebre, así que comenzó a buscar a otro matrimonio que pudiera soportar a Mengele. Gerhard escogió a Wolfram y Liselotte Bossert, una pareja austríaca con ideas más afines a las de Mengele que las de los Stammer.

Wolfgang Gerhard, Mengele y Wolfram Bossert

Wolfram fue un miembro del ejército alemán y hablaba apasionadamente sobre el sufrimiento de su pueblo después de la guerra. Muy poco tiempo después de que fueron presentados como “Peter Hochbichler”, Gerhard les dijo quién era en realidad. Los Bosserts le habían tomado simpatía y sintieron pena por él. No podían creer que era el hombre más buscado del mundo. Mengele se convirtió en un invitado frecuente en la casa de los Bosserts; cada miércoles Wolfram manejaba hasta la granja de los Stammer, recogía a Mengele, regresaba a su casa y pasaban todo el día juntos, con su esposa y sus dos hijos, Sabine y Andreas. Hablaban de Literatura, Política y Filosofía. Se hicieron amigos. O al menos eso era lo que parecía. En una carta que Mengele escribió a Hans Sedlmeier, se refiere a Bossert no como un amigo, sino como un compañero; con su característico cinismo, agregó que fue Bossert el que estaba destinado a encontrarse con un intelecto como el suyo.

Por fin en Diciembre de 1974, los Stammer se mudaron, solos, a una casa ubicada en las cercanías de Sao Paulo. Fue un durísimo golpe para Mengele. A pesar de los graves problemas que habían entre ellos, Mengele sintió que había sido traicionado. Hasta el último momento, él pensó que los Stammer habían decidido comprar una casa grande para seguir viviendo juntos. Comenzó a quejarse amargamente. No pidió a los Bosserts para mudarse con ellos pues sabía que su casa era muy chica, con solo dos dormitorios. Además, es difícil pensar que ellos hubieran aceptado aunque hubiesen tenido una casa grande; ellos fueron testigos de primera mano de lo que sucedió en el hogar de los Stammer y ni ellos ni nadie hubiese querido pasar por semejante experiencia. Pero los Stammer no fueron ingratos; en Enero del 75, con parte del dinero que obtuvieron por la venta de la casa de Caieiras, compraron un pequeño bungalow de un dormitorio, en Eldorado, uno de los suburbios más pobres de Sao Paulo. Por primera vez en su vida de fugitivo, Mengele iba a vivir solo. Su salud comenzó a declinar rápidamente. 

Mengele se sentía muy desgraciado y así lo manifestaba en las frecuentes cartas que enviaba a su familia en Alemania. En el año 1977 se animó un poco pues su hijo Rolf (nacido en 1944) lo visitó en el mes de Octubre * (fueron infinitas las recomendaciones y precauciones que Mengele dio a su hijo por carta, para evitar que lo siguieran y dieran con su paradero, aunque no todas se cumplieron).

Mengele con su hijo Rolf

Fue muy difícil para Rolf enterarse de que Mengele era su padre. Desde niño le habían dicho que su padre había muerto en el frente y las pocas veces que lo vio después de la guerra le fue presentado como el “tío Fritz”. Se enteró de la verdad ya de joven. En los días que estuvo de visita en Brasil, Rolf trató, sutilmente, de obtener una palabra de arrepentimiento por parte de su padre, o en el peor de los casos, un sincero sentimiento de que lamentaba lo que había sucedido en el campo de concentración. Pero no hubo nada de eso. Rolf ha declarado después de que su padre dijo que él no había inventado Auschwitz, que muy por el contrario, él había salvado vidas tratando de enviar a la menor cantidad posible de personas a las cámaras de gas. Se defendió con argumentos sociológicos, históricos, políticos y pseudo-científicos. Seguía creyendo que algunas razas son superiores a otras. Por supuesto la raza aria era la superior. Nunca admitió su culpabilidad. Luego de unos días, más relajados, visitaron a los Stammer y a los Bosserts; dejaron de hablar del pasado y compartieron los últimos días que se vieron en persona. Al cabo de dos semanas Rolf regresó a Alemania sin novedad, sin sospechas de parte de las autoridades.

Y así llegamos al 7 de Febrero de 1979. Ese día Mengele decidió aceptar una invitación de los Bosserts para ir a la playa de Bertioga, un municipio del estado de Sao Paulo, donde habían rentado una casa de verano. A las 4 y 30 de la tarde Mengele entró al mar darse un chapuzón y súbitamente sufrió un derrame cerebral. El que primero se dio cuenta fue el joven Andreas Bossert, quien alertó a su papá. Este, inmediatamente entró al mar a rescatar a su amigo. Mengele ya estaba muy adentro y Bossert tuvo que luchar denodadamente para llevarlo a tierra. Incluso hubo un momento en que flaqueó y pensó que no lo lograría. Lo consiguió pero el esfuerzo fue tan grande y quedó tan exhausto que tuvieron que llevarlo al hospital. Mientras tanto un grupo de curiosos se había reunido en torno al cuerpo de Mengele; entre ellos había un doctor, quién le aplicó masajes en el pecho y le dio respiración boca a boca pero todo fue en vano.

Mengele y Rolf en Brasil

La reacción de Rolf ante la muerte de su padre fue de alivio. Su más terrible pesadilla era que Mengele fuera llevado a juicio, en el que se detallaría minuciosamente todos y cada uno de los crímenes que había cometido. Pero aun después de muerto Mengele continuó teniendo suerte (o, en todo caso, el cuerpo de Mengele). Resulta que Wolfgang Gerhard, el protector de Mengele, ya había viajado a Austria y le había dejado su documento de identidad a Mengele, quien cambió la foto de Gerhard por una suya. Pero Gerhard era 14 años más joven que Mengele; osea, según el documento, al momento de su muerte Mengele tenía 54 años, pero décadas de ansiedades y descuidos hicieron que tuviera el aspecto de una persona mucho mayor de los 68 años que en realidad tenía. El director del cementerio, Gino Carita, notando esta discordancia, quiso ver nuevamente el cadáver de Mengele, pero Liselotte Bossert, dándose cuenta de que su verdadera identidad podría ser descubierta, empezó a gritar histéricamente, que su esposo estaba enfermo y que tenía que ir al hospital y que por favor no la demoren más allí. El director se compadeció de la señora y dijo que respetaba sus deseos, agregando que no era muy agradable ver la cara de un ahogado. Y así, el secreto de la ubicación del cuerpo de Mengele se ocultó al mundo por seis años más.

Mengele había manifestado su deseo de ser cremado cuando muriera, pero Brasil, un país predominantemente católico en ese tiempo, tenía la regla estricta de que un pariente muy cercano al fallecido debía firmar la aprobación para la cremación. Al no poder cumplir este requisito, Bossert decidió enterrar a su amigo en el cementerio Nuestra Señora del Rosario, en Embu, un municipio ubicado a 20 millas al oeste de Sao Paulo. Si se hubiera cumplido el deseo de Mengele, es casi seguro que nunca se habría resuelto el misterio de su paradero. Por otro lado, Rolf regresó a Sao Paulo, por segunda vez en dos años, a recoger los efectos personales de su padre. Esta vez tampoco tuvo problemas en los aeropuertos a pesar de estar viajando con su pasaporte (en el viaje anterior usó el pasaporte de un amigo).

Uno de los muchos avisos ofreciendo recompensa por Mengele

Como nadie sabía que Mengele había muerto, la caza del doctor de Auschwitz continuaba. Siempre bajo la premisa de que Mengele estaba vivo; ya hemos visto a Beate Klarsfeld reclamándole al presidente Stroessner en 1985. El número de recompensas por su captura se incrementó y el monto también. Historias sobre sus crímenes llenaban páginas de diarios y revistas y programas de televisión. Congresistas de varios países, incluido Estados Unidos, clamaban por su captura. Los cazadores de nazis elaboraban los más intrincados argumentos sobre su paradero, pero ninguno pudo ser confirmado. A fines de 1984 los gobiernos de Alemania, Estados Unidos e Israel acordaron compartir sus datos de inteligencia para finiquitar la caza. El 27 de Enero de 1985, conmemorando el 40 aniversario de la liberación de Auschwitz, se reunieron allí cientos de sobrevivientes de los inhumanos experimentos llevados a cabo por Mengele y los otros doctores de ese campo de concentración. Querían ejercer presión para que Mengele sea capturado de una vez por todas. Una semana más tarde, en Jerusalén, se llevó a cabo un juicio, en ausencia, a Josef Mengele. El evento fue un éxito. Durante 4 noches consecutivas la televisión mostró a mujeres judías, gemelos, enanos, todos ellos víctimas del cruel cuchillo de Mengele.

Sobrevivientes reunidos en Auschwitz en 1985

En ese mismo año (1985) apareció una pista: en Alemania se interceptó una carta dirigida al reo Manfred Röder (estaba cumpliendo una sentencia de 13 años por un atentado con bombas contra inmigrantes), líder de un movimiento neonazi, enviada por Gert Luk, un alemán que vivía en Paraguay. En ella informaba que “el Tío” había muerto en una playa de Brasil. Al pedirle explicaciones a la policía brasileña, la respuesta fue: “¿cuál playa?, nosotros tenemos miles de playas”. Y al fin, como dice el dicho, “el pez muere por la boca”. Hans Sedlmeier, el compañero de escuela y brazo derecho de Alois (el hermano menor de Mengele) en los negocios de la familia, el correo entre la familia y el fugitivo (Sedlmeier visitó muchas veces a Mengele, llevándole principalmente dinero) se reunió para cenar con un profesor universitario en el Hotel Spielweg (ubicado cerca a la frontera con Suiza y Francia). La cena fue muy alegre, amenizada con brandy y vino. En medio de ruidosas carcajadas a Sedlmeier se le ocurrió fanfarronear diciendo que él había enviado dinero a Mengele por muchos años. Al día siguiente el profesor pasó la información a la policía.

A la izquierda abajo, Mengele con Sabine y Andreas, hijos de los Bossert.

A la derecha, al centro, el señor de canas es Hans Sedlmeier, amigo de escuela de Alois, a su derecha, hermano menor de Mengele.

A la derecha abajo, Karl Heinz Mengele, hijo del matrimonio anterior de Martha Mengele, con Karl Mengele Jr., también a cargo de los negocios de la familia Mengele.

Ya en tres oportunidades, en 1964, en 1971 y en Diciembre de 1984, la policía había registrado la casa de Sedlmeier sin ningún resultado. En las tres ocasiones Sedlmeier había sido avisado por un contacto que tenía en la policía de su pueblo, Günzburg. Pero el 31 de Mayo de 1985, la policía federal de Alemania, sin el conocimiento de la policía local, realizó una incursión que, esta vez sí, tomó por sorpresa a Sedlmeier. Este, trató de esconder un abrigo que estaba colgado en un ropero, pero un oficial lo vio y se lo quitó de las manos. Dentro del abrigo el oficial encontró una libreta con nombres y teléfonos en clave. También encontraron unas cartas de Mengele en el fondo de un armario; cartas que Sedlmeier se las había dado a su esposa para que las destruya. Ella, que había sido muy amiga de Mengele antes de la guerra, prefirió esconderlas, para desesperación de Sedlmeier.

Con semejante información no fue difícil ubicar a los Bosserts y a los Stammer. El jefe de la policía de Sao Paulo, Romeu Tuma, actuó rápidamente, despachando agentes a las casas de las dos familias, donde se encontraron fotografías, papeles escritos por Mengele y efectos personales que Rolf no pudo llevarse. Al principio los Bosserts negaron conocer a Mengele, diciendo que ellos conocían a “Peter Hochbichler”, de Suiza. Luego de dos horas de interrogatorio admitieron la verdad. Al día siguiente trajeron a Gitta Stammer (su esposo, Geza, estaba de viaje por Singapur). Gitta Stammer probó ser mucho más dura que los Bosserts y en el primer día del interrogatorio no admitió ni una palabra. En el mundo, la noticia fue recibida con incredulidad. Simon Wiesenthal dijo que él estaba seguro en un 99% que no era Mengele. Agregó que Mengele ya había sido declarado muerto siete veces. Los Bosserts revelaron que el cuerpo de Mengele descansaba en el cementerio de Embu. Casi en seguida, un circo de cámaras de televisión, fotógrafos, periodistas, policías, curiosos y malandrines de todo tipo se reunieron en el cementerio para presenciar la exhumación del cadáver de Mengele.

Trasladando los restos de Mengele

Los Bosserts estuvieron presentes en la exhumación para garantizar que se abra la tumba correcta. Por cerca de una hora, tres sepultureros, armados con picos y palas, cavaron y cavaron y al fin lograron encontrar el cajón que guardaba los restos del criminal más buscado del mundo. El forense adjunto de Sao Paulo, José Antonio de Mello, cogió la calavera de Mengele y la levantó para mostrarla a los periodistas y a la muchedumbre allí reunida. El interrogatorio a Gitta Stammer continuó después de la exhumación y muy lentamente fue admitiendo lo que todos ya sabían * (Posteriormente Gitta Stammer ganó mucho dinero concediendo entrevistas a las grandes cadenas de televisión, contando sus experiencias cuando Mengele vivió con ella (se separó de su esposo). Los Bosserts también ganaron dinero al vender algunas pertenencias del “doctor”, que no pudieron ser encontradas por la policía).

El forense José Antonio de Mello mostrando el cráneo de Mengele a la multitud

Los cazadores de nazis estaban muy escépticos respecto a estas noticias. La mayoría negaba que esos huesos fueran de Mengele. Se formó un formidable equipo de seis expertos forenses, que fueron enviados a Sao Paulo para corroborar o desmentir si esos huesos eran del “Angel de la Muerte”, otro sobrenombre con el que se conoce a Mengele. Tres científicos fueron a nombre del Centro Simón Wiesenthal y los otros tres a nombre del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. El equipo hizo uso de la última tecnología existente en su tiempo. Se realizaron cuidadosas y minuciosas mediciones, comparaciones y superposiciones de imágenes del cráneo de Mengele con fotografías suyas. La conclusión fue que los restos pertenecían a Josef Mengele. Posteriormente, en 1992, se realizaron pruebas de ADN con una muestra que proporcionó Rolf Mengele y el resultado fue positivo.

Ha sido duro leer este libro. Uno siempre tiende a identificarse con el protagonista de un libro, una novela o una película, pero imagínense identificarse con semejante asesino. Mi opinión es que así él hubiera matado a una sola persona, igual debía ser juzgado y condenado pues me pongo en el caso de que esa víctima sea un familiar mío muy cercano, o yo mismo. Se dice que fueron miles de personas las que murieron a causa de sus experimentos pseudo-médicos. Aparte de mostrar las increíbles circunstancias que posibilitaron que nunca fuera atrapado, he querido destacar su comportamiento, su carácter, con ejemplos de cómo reaccionaba ante las circunstancias, cómo trataba a las demás personas, tratando de encontrar algún rasgo de amabilidad, generosidad o de buena voluntad. Pero en todo el libro sólo encontré a tres personas que hablaron bien de él: Los Bosserts y un joven vecino que tuvo en su última morada, cuando ya estaba viviendo solo. Lo que sí he encontrado son varias muestras de un exagerado racismo *(En cierta oportunidad, hubo una reunión en casa de los Stammer y estuvo presente una morena muy bonita. Wolfgang Gerhard bromeó con Mengele diciéndole que seguramente más tarde tendría algo con ella, pero Mengele, muy serio, respondió que él, como un científico de la raza, nunca se fijaría en una mujer de color), que creo que es lo que le permitía no tener ningún tipo de remordimientos.

Finalmente, quería mencionar que en realidad sí hay una última coincidencia con el personaje de la serie de televisión: nunca fue atrapado. En el último capítulo de la serie, Richard Kimble logra probar su inocencia y queda libre. Mengele murió antes de que lo atrapen. El único consuelo que le queda a las víctimas de sus “tratamientos” es que vivió siempre en zozobra, en temor. Usaba abundante bigote para, según pensaba él, pasar desapercibido; pero cuando se ponía nervioso, sobre todo al salir a la calle y la gente lo miraba, tenía la mala costumbre de tragarse los pelos del mostacho, los cuales se fueron acumulando en sus intestinos, poniendo en grave riesgo su salud. Una vez entró a un supermercado y pensó que todo el mundo lo miraba sólo a él. En otra oportunidad, estando en una tienda, contó que el encargado lo miraba fijamente en todo el rato que estuvo allí; nunca regresó a esa tienda. Los Bosserts siempre le decían que él era la única persona en todo Brasil que usaba sombrero y que se tapaba la cara al pasar al lado de extraños; que más bien así llamaba la atención.

Para terminar, quiero mencionar que al ver un mapa de Sudamérica, un mapa grande, es impresionante ver la vastedad del territorio brasileño y pensar que en algún pequeño punto de ese mar verde, estuvo escondido el criminal de guerra más buscado del mundo. Ahora lo sabemos, pero en esos años a nadie se le ocurrió, ni siquiera a aquellos sobrevivientes de Auschwitz, que experimentaron en carne propia sus monstruosas prácticas médicas. Tampoco se le ocurrió a los cazadores de nazis, que tan ansiosos estaban de atraparlo e insistían, una y otra vez, que estaba escondido en Paraguay. Faltó uno de esos fantásticos detectives que vemos en la televisión, quienes, con extraordinarios poderes de deducción, resuelven los casos más difíciles y encuentran al delincuente más escondido. Será por eso que son fantásticos.

El fantástico detective MacGyver

Mapa Físico de Brasil

También faltó más trabajo de inteligencia. Ya se había logrado algo con la colaboración del alemán Willem Sassen, pero sus aportes fueron archivados cuando el Mosad renunció a la caza de Mengele. Es interesante ver que Gert Luk, el alemán que vivía en Paraguay, sabía que “el Tío” había muerto. A mí me parece que la mayoría de los alemanes prófugos que vivían en Argentina, Paraguay y Brasil sabían de Mengele. Penetrar en su círculo, seguramente no habría sido tarea fácil. En fin, es muy fácil para mí, sentado en la comodidad de mi escritorio, cincuenta años después, decir faltó esto o faltó aquello. En todo caso creo que, antes de juzgar, uno debe informarse y tratar de comprender las condiciones sociales y políticas imperantes  en esos años. Por último, si alguno de los amables lectores desea ver alguna película sobre Mengele, les recomiendo “Los Niños del Brasil”, con Gregory Peck, Laurence Olivier y James Mason.

Y la película argentina Wakolda. Aunque advirtiendo que, si bien se trata de Mengele, las dos películas están muy alejadas de lo que sucedió en la vida real. En las dos películas Mengele es una persona poderosa, muy dueño de sí mismo y con casi ilimitados recursos financieros; respetado y temido por los que lo rodean. Nada que ver con el asustadizo Mengele de la vida real. Como ficción se dejan ver, pues mantienen la fascinación que ejerce este siniestro personaje de la Historia.