Al llegar a la adolescencia agarré la costumbre, los días sábados, de freírme un huevo para mi desayuno, pero en forma de tortilla, esto es, abriendo el huevo en un plato, batiéndolo con un tenedor y echarlo en la sartén. Y en una oportunidad esta masa, ya en la sartén y para mi sorpresa, tomó una forma parecida al mapa de la Antártida.
Desafortunadamente, era una época muy diferente a la de ahora. Hoy en día podemos tomar una foto con nuestro celular en cualquier momento y lugar. Pero en esos días, no existían los celulares, los teléfonos eran fijos y tenían un disco para marcar el número al que queríamos llamar. Y ni hablar de las cámaras fotográficas; el común de las gentes sólo las usaba para ocasiones muy especiales. Casi no se tomaban fotos ni siquiera en los cumpleaños, sino en ocasiones más especiales aun. Generalmente cada familia tenía una sola cámara fotográfica, que podía estar bien guardada en el ropero del jefe de la familia por meses, sin ser usada. Y había que comprar rollos de película (el más usado servía para tomar 24 fotos) para ponerle a la cámara, y una vez que se acababa había que ir a una tienda especializada, donde uno entregaba el rollo para que revelaran las fotos y tenías que esperar dos o tres días para recogerlas.
Dicho esto, creo que se entenderá por qué ni se me ocurrió tomarle una foto al huevo en la sartén, con la forma de la Antártida. Una rareza que hoy día sería motivo para tomarle no una sino muchas más. Si por casualidad al amable lector le tocara en suerte que su huevo frito toma la forma de la Antártida, me puede enviar la foto que yo, con mucho gusto, la publicaré en este blog.