Esta novela consta de un prólogo y siete capítulos. Puedes encontrarlos en este mismo blog.
CAPITULO I: Los Inicios
Era amiga del número uno, Edwin Vértiz, y le decían “la novia de Vértiz”, pero no eran novios, ni siquiera enamorados; pero ella lo admiraba. Ser el número uno en el examen de admisión de la Universidad de Ingeniería, no era para tomarlo a la ligera. Los exámenes de admisión de esa universidad tenían fama de ser los más difíciles del país. Se había ganado ese apodo porque los vieron muchas veces conversando muy animadamente.
En realidad ella admiraba a todos los “chancones”, a todos los que obtenían buenas notas en las pruebas de Matemáticas, Física y los demás cursos. Esta admiración era un reflejo de la admiración que sentía por su hermano, un brillante ingeniero electrónico, trágicamente fallecido en un accidente automovilístico.
Su hermano había ocupado los primeros puestos de su promoción, siempre había obtenido las más altas calificaciones (años después, Erasmo vería esas calificaciones, guardadas como un tesoro por Isaura, la chica de la que estamos hablando), era muy desenvuelto y carismático, tenía incontables amigos y siempre estaba dispuesto a ayudar. Rápidamente consiguió trabajo al terminar la universidad y fue, poco después, en un viaje de trabajo a provincias cuando (para su desdicha y la de todos sus familiares y amigos), encontró la muerte.
Ella también ingresó a la Universidad de Ingeniería, en la carrera de Arquitectura. No lo hizo nada mal pues ingresó en el puesto ciento diez; un buen puesto, teniendo en cuenta que postularon un poco más de cinco mil jóvenes. Todo iba bien hasta que un día, en el curso de Dibujo, le pusieron mala nota a uno de sus planos. Muy molesta, decidió que la Arquitectura no era para ella y se cambió a otra carrera, y adivinen cuál fue: la que estudió su hermano, Ingeniería Electrónica. Es así como tenemos ahora a Isaura en la misma carrera que Erasmo estaba estudiando. Cosas del destino.
Apenas murió su hermano, se vio en la necesidad de empezar a trabajar, para aportar en su casa. Los compañeros de trabajo de su hermano hablaron con los jefes y le consiguieron un trabajo de telefonista, con un horario muy flexible, para que pudiera continuar sus estudios en la universidad. Esta es la razón por la que en cada ciclo llevaba el mínimo de cursos. Hay que mencionar que no fue “jalada” en ningún curso (nunca tuvo que repetir ninguno) durante toda su carrera; logro éste del cual pueden estar orgullosos poquísimos estudiantes, probablemente uno de cada mil, y quizá hasta menos.
Erasmo era un aventajado estudiante. Logró un excelente puesto 71 en el mismo examen de admisión que tomó Isaura. Al principio la universidad lo tomó por sorpresa. Faltó a la primera práctica calificada de Matemática I porque se quedó dormido; la tomaron un día sábado a las ocho de la mañana. Pero se fue recuperando y ya para el cuarto ciclo era uno de los mejores de la promoción, siempre estudiando, siempre trasnochando. Era muy común que se fuera a acostar a las 2 de la mañana de cualquier día de la semana.
Erasmo veía a Isaura e Isaura veía a Erasmo. A Erasmo le gustaba Isaura y a Isaura le llamaba la atención Erasmo, pero tuvieron que pasar nada menos que tres años y un mes, desde que ingresaron a la universidad para que se convirtieran en amigos. Un día, por pura casualidad, Erasmo iba caminando atrás de Isaura y ella volteó a mirarlo; siguió caminando y un poco más allá Isaura volteó de nuevo a mirar a Erasmo, en forma un poco escandalosa, cosa que asombró a Vicente, el amigo con el que estaba Erasmo. Por supuesto que Erasmo se dio cuenta pues la distancia que los separaban era de apenas unos doce metros, pero no pasó nada más. Habrían de pasar casi dos años más para que comenzaran a hablarse.
En otra oportunidad, Erasmo llegó temprano al salón donde se iba a dictar la clase de Matemática III. La clase, de dos horas, empezaba a las 6 p.m., pero el profesor era tan bueno que los alumnos guardaban sitio desde las 2 p.m. Es que, eran muchos. El salón tenía capacidad para más de 400 alumnos, pero se llenaba totalmente; las carpetas individuales llegaban casi hasta la pizarra, dificultando un poco el accionar del profesor. Erasmo llegó a las 2 p.m.; iba a guardar sitio para él y para su amiga María, de 2 a 4 porque a las 4 tenía otra clase. A las 4 llegaría María, que le guardaría el sitio hasta las 6.
A las 3:30 llegó un joven que se sentó a la derecha de Erasmo y guardó un asiento aparte del suyo. Pero Erasmo ya conocía a este joven, aunque sólo de vista. Siempre le guardaba sitio a Isaura y a kilómetros se notaba que estaba perdidamente enamorado de ella. Entonces Erasmo comprendió que se sentaría al lado de Isaura y no del joven enamorado, porque esos asientos estaban casi en una esquina y por supuesto que el joven le daría preferencia a Isaura, para que esté, aunque sea unos pocos centímetros, más cerca del profesor.
Y en efecto, así fue. Isaura llegó pocos minutos antes de que lo hiciera el profesor y muy contenta y con risas de agradecimiento, pasó muy junto a Erasmo (porque él tenía que pararse de su asiento para que ella pudiera pasar) y se sentó a su lado. El joven Romeo acaparó su conversación y sólo en una oportunidad Isaura le habló a Erasmo (por primera vez en su vida), para preguntarle por una palabra escrita en la pizarra que no entendía muy bien. Pero no pasó nada más aquella noche.
REFERENCIAS: Para el artículo: ninguna. Para las fotos: internet.