Esta novela consta de un prólogo y siete capítulos. Puedes encontrarlos en este mismo blog.
CAPITULO II: Amigos
Y así, llegamos al momento en que Isaura y Erasmo se convirtieron en amigos. Fue en la clase de Dinámica de Fluidos. Isaura estaba en la primera fila y Erasmo en la segunda. No habían muchos alumnos, probablemente unos 20. Erasmo miraba a Isaura y pensaba: “Qué bella, quién será el hombre que esté con ella”. Hay que mencionar que ella era la única mujer de la clase. Ya estaban en el cuarto ciclo y prácticamente los Estudios Comunes (donde uno tiene clases con todo el mundo y de todas las carreras) habían terminado.
Pero había una circunstancia. Erasmo había faltado a la última clase de Matemática IV, curso en el que también estaba inscrita Isaura. Entonces, era la excusa perfecta para pedirle prestado su cuaderno y copiar la clase perdida. Y fue así como sucedió. Al final de la clase Erasmo se acercó a Isaura y le pidió prestado su cuaderno. Ella, con mucha amabilidad, se lo dio y le pidió que le cuidara su mochila (ella sí tenía mochila) pues tenía que salir un rato.
Erasmo se quedó copiando la clase en el salón casi vacío y se preguntaba a dónde habría ido la chica. Seguramente se ha ido a ver a su enamorado, se dijo. Por fin regresó Isaura, y riéndose explicó que había ido a ver sus notas de otro curso. Terminó Erasmo de copiar la clase, devolvió el cuaderno a Isaura y se fueron a su clase de Matemática IV donde se sentaron juntos. Pero nada más pasó esa noche.
Y así pasaron unas pocas semanas. Erasmo veía a Isaura de casualidad y casi no hablaba nada con ella. Es que no estaba pensando en ella a todas horas. Todavía no estaba muy interesado en quien se iba a convertir en su obsesión. Lo que sí pudo notar un día, cuando pasó a su lado, a la carrera, es que estaba vestida con una blusa bien entallada y que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, resaltando sus grandes y bellísimos senos. Pero fue una visión tan fugaz, que no le quitó el sueño a Erasmo.
Una vez, Erasmo llegó un poco tarde a la clase de Matemática IV, y vio a Isaura sentada bien adelante, rodeada de dos amigos suyos (de Erasmo). Un sábado en la mañana, poco antes del examen parcial de Matemática IV, estaban los alumnos, afuera del salón, que estaba ocupado en esos momentos, preguntándose unos a otros qué preguntas podrían venir en el examen. Como es de suponer, nuestros dos protagonistas también estaban presentes y, contrariamente a su manera de ser, Erasmo era uno de los que más hablaba. Cuando ya casi todos estaban yendo al salón, Isaura pasó su dedo índice en el hombro de Erasmo, casi como arañando su camisa. Erasmo le prestó atención e Isaura le hizo una pregunta acerca del curso. Erasmo le contestó y se fueron a dar el examen. Pero no pasó nada más aquel día.
Al jueves siguiente, cerca de las dos de la tarde, hora en que empezaba el curso de Dinámica de Fluidos, Erasmo se bajó del bus con un amigo y se fue conversando con él hasta el salón. Erasmo dejó que su amigo entrara por la puerta de adelante y él se fue por la puerta de atrás. Quiso ver si es que ella ya había llegado, lo cual era así, en efecto. Y quiso la suerte que ella tuviera a un compañero de clase a su izquierda, pero a ninguno a la derecha. Ni corto ni perezoso, Erasmo salió del salón y entró por la puerta delantera, arrimó una de las carpetas individuales que allí había, y se sentó al lado de Isaura, quien lo saludó con una alegría desbordante, lo cual sorprendió un poco a Erasmo. Isaura era todo sonrisas y entre risa y risa le dijo: “tienes que ayudarme”. Erasmo se contagió del momento y comenzó a bromear a Isaura, haciéndola reír aún más.
El profesor todavía se tardó un poco en llegar, lo que dio oportunidad a los jóvenes de seguir riendo a sus anchas. La que más reía era Isaura y cada frase que Erasmo soltaba era seguida por risas y más risas que parecían no tener fin. Isaura le explicó que la noche anterior, en el examen parcial del curso de Mecánica de Sólidos había salido muy mal, razón por la que, muy apesadumbrada y entre lágrimas, salió de la universidad y tomó un taxi hasta su casa, lo cual debía haberle costado una fortuna pues su casa quedaba lejísimos. Normalmente, para llegar ella tomaba dos buses y se demoraba un poco más de una hora. Finalmente, todavía con sonrisas, Isaura le pidió que le hablara en serio. Pero no bien Erasmo pronunció solemnemente: “quieres que te hable en serio”, Isaura comenzó nuevamente con las risas, hasta que el profesor llegó.
La suerte estaba echada. Ya Erasmo no se la podría quitar de la cabeza. Que una mujer se ría de todo lo que tú digas, pero no burlándose sino con una risa sincera, con una risa que le salga del corazón, es más que suficiente para que cualquiera sienta que es muy gracioso, que tiene mucho sentido del humor, para que te sientas importante. Si a esto le agregas que es la única mujer en la clase, tu ego sube por las nubes. Y si a todo esto le agregas todavía que esa mujer es bonita, un poco llegando a “muy bonita”, dudo que haya hombre que se pueda resistir a sus encantos.
Al día siguiente, viernes, Erasmo estaba estudiando con su amigo Edwin Vértiz (el “novio” de Isaura) en la biblioteca de la Facultad de Ingeniería Civil. A eso de las cuatro de la tarde Erasmo bajó un ratito a un salón cercano, donde él sabía que Isaura tenía una clase. Miró pero no la vio y regresó para seguir estudiando con Edwin.
Erasmo tuvo que esperar hasta el martes en la mañana para verla, que era cuando tenían la clase de Dinámica de Fluidos. La vio allí, conversaron un poco y ahora la espera iba a durar hasta el jueves en la tarde. También ese día conversaron un poco. Pero para el siguiente martes, ya era evidente que no sólo Erasmo era el que esperaba; ella también lo hacía. Ya era inconcebible que se sentaran separados. Las risas no habían disminuido. Para el martes de la siguiente semana ella llegó primero y puso su mochila en una carpeta individual al lado suyo. Cuando Erasmo llegó, muy disimuladamente Isaura sacó su mochila de esa carpeta y la puso en otra, más alejada. Le había estado guardando sitio a Erasmo! Claro que no había ninguna necesidad de eso, como en la clase de Matemática III, porque habían muy pocos alumnos en esta clase, pero creo que todo el mundo puede comprender perfectamente porqué lo hacía. Erasmo se sentó en la carpeta, ahora libre, y comenzaron su alegre charla. Ya el mundo había dejado de existir para ambos. El único mundo que conocía él era ella y el único mundo que ella conocía era él.
Erasmo trataba ahora de vestirse con la mejor ropa que tenía. Daba mucha más atención a su aseo personal. Incluso le pedía prestada alguna chompa (suéter) más bonita a su hermano mayor. Isaura, por su lado, hacía otro tanto. Comenzó a colgarse en el pecho, a modo de medalla, un búho de metal; un adorno que le quedaba muy bien.
REFERENCIAS: Para el artículo: ninguna. Para las fotos: Internet.